
Los propietarios de una vivienda ubicada en El Palmar, al sur de Tenerife, aprovecharon la azotea para instalar un despacho con una claridad envidiable. Gracias a las cortinas de cristal pudieron aislar sus muebles y ordenadores del viento, la lluvia y el polvo. Todo ello sin renunciar a la claridad que aporta un cerramiento sin perfiles de aluminios verticales.